Profesionales advierten que los pacientes que no supervisan el proceso de descenso de peso. Desde un punto de vista médico y psicológico luego de una cirugía de la obesidad, bajan en promedio un 30% menos que aquellos que siguen con las pautas médicas indicadas.
Suele ocurrir que cuando los tratamientos convencionales para bajar de peso no funcionan, o bien cuando los kilos a descender son muchos, la cirugía es la única opción.
Pero lejos de ser una solución mágica al problema, la intervención quirúrgica también requiere esfuerzos por parte del paciente, quien deberá cumplir estrictos controles médicos, así como una delimitada dieta alimenticia hasta el momento de recibir el alta.
El Dr. Norman Jalil (MP 19398) es especialista en cirugía general y endócrina, en cirugías mínimamente invasivas y director de la Clínica Privada Gallia. Y destacó que “el seguimiento postoperatorio de todo paciente que fue sometido a una cirugía de obesidad debe incluir a especialistas en obesología, nutrición, psicología y educación física, quienes tienen la misión de ayudar a los pacientes a incorporar hábitos alimentarios y físicos sanos para toda la vida. El seguimiento de la pautas que éstos planteen, con las cuales el paciente debe ‘amigarse’, ayudarán a evitar recaídas en el mediano o largo plazo”.
“Nuestra misión en los controles es básicamente recordarle a los pacientes que independientemente de la cirugía que se efectuaron, tienen una enfermedad que les va a durar toda la vida. La cirugía los ayudó a bajar de peso mucho más de lo que bajan normalmente, pero el desafío en esta instancia es mantener este logro tan importante”.
Los riesgos de la inconstancia
“Normalmente aconsejamos a los pacientes una consulta mensual los primeros seis meses posteriores a la operación, y cada dos meses en el segundo semestre. La experiencia clínica muestra que cuando un paciente no cumple con estas pautas, al regresar al consultorio luego de varios meses habrá bajado menos de peso que si se hubiera supervisado “, destacó Jalil, para quien “es más fácil realizar pequeñas correcciones en el hábito alimentario cuando, tras un período de estabilidad se ha subido un kilo, que cuando el paciente consulta con cinco kilos de más”.
Según el especialista, las excusas más comunes para justificar las inasistencias al consultorio suelen ser problemas personales o familiares, enfermedades o dificultades en el ámbito laboral, es decir los mismos problemas que antes de operados los llevaban a volcarse a la comida. “Esto explica la necesidad de una asistencia psicológica que los ayude a erradicar costumbres y hábitos que llevan varios años en su vida y que deben cambiar en esta nueva etapa”, aseguró.
En ese sentido, según Jalil, “aquellos pacientes que se saltean dos o tres consultas corren serios riesgos de volver a ver manifestaciones de la enfermedad, puesto que no están controlados todos los aspectos que acompañan a la obesidad”.
Dado que la mayoría de quienes llegan al punto de necesitar la cirugía comer sin apetito, ésta es la principal causa de recaída.
Comen, por ejemplo, cuando están aburridos mirando televisión, cuando festejan por algún motivo, o incluso sin darse cuenta, en el trabajo. “Esto indica que existen nexos que no son normales y que es necesario desmembrar con la ayuda de terapeutas adecuados. Un ejemplo claro de esto es lo que los pacientes nos dicen en consultorio que cuando están aburridos o angustiados se dedican a comer cuando en realidad, la comida debe responder sólo a un estímulo que es el apetito”.
“Es tan importante el factor psicológico como causante de la problemática de la obesidad severa o mórbida, que nosotros prácticamente siempre aconsejamos que el paciente haga un acompañamiento psicológico en el proceso de descenso de peso”, dijo Jalil, quien destacó que “el cambio de hábitos es fundamental” .
“Con la cirugía, al achicar el estómago, lo único que hacemos es generar mecanismos para que a la persona ingiera un volumen menor de alimentos, o bien pueda transitoriamente absorber menos cantidad de lo que ingiere (si lo que se hace es saltear una porción del intestino), sin embargo, cualquier paciente puede boicotear una cirugía si no entiende a la misma como un camino para retornar a un hábito de vida sano y definitivo”, subrayó el profesional.