La dieta constituye un elemento prioritario en el tratamiento de la diabetes mellitus tipo 1, junto con la administración de insulina y la realización controlada de ejercicio, hecho demostrado recientemente en el estudio del «Diabetes Control and Complications trial» (DCCT).
Además, una nutrición adecuada desempeña un papel importante en la prevención tanto de las complicaciones agudas como crónicas de esta enfermedad.
La Asociación Americana de Diabetes (ADA) en 1971 definió las bases actuales de la alimentación del paciente diabético tipo 1, precisando que no era adecuado restringir el aporte de hidratos de carbono dado que los regímenes alimenticios ricos en carbohidratos no producen un incremento de las necesidades de insulina e incluso producen una disminución de los requerimientos de la misma.
Necesidad calórica
Los requerimientos energéticos del niño diabético son semejantes a los del niño sano de la misma edad, peso y actividad física, evitando el sobrepeso sobre todo en los adolescentes. Como norma general, el aporte calórico a administrar en función de la edad es:
1. Recién nacido: 120 calorías/kg. de peso.
2. Lactantes: 80-100 calorías/kg. de peso.
3. A partir del primer año de vida, y hasta los l0-12 años de edad, el aporte calórico del paciente puede calcularse aplicando la fórmula: 1.000 + (años x 100).
4. Con posterioridad, los varones adolescentes necesitan entre 2.000 y 2.500 calorías/día, excepción hecha de.quienes desarrollan un ejercicio físico muy activo.
5. En la adolescente, el aporte calórico oscila entre 1.500 y 2.000 calorías/día, excepto quienes desarrollan una actividad física muy intensa.
Recomendaciones nutricionales de la Asociación Americana de Diabetes
1. Energía
La adecuada para mantener un peso y una talla normales.
2. Grasas
30 % de la energía total.
• AGS < 10%.
• AGP < 10%.
• AGM > 10%.
• Colesterol total < 300 mg/ida.
3. Proteínas
• 10-20 % de la energía total.
• Colesterol < 300 mg/día.
4. Carbohidratos
50-55 % de la energía total, siendo preferibles alimentos que sean ricos en fibra soluble y con un bajo índice glucémico.
Sobre los hidratos de carbono
Del 50 al 60 por 100 de las calorías de la dieta debe aportarse en forma de carbohidratos. De ellos, el 60 por 100 deben proceder de féculas complejas (pan, cereales, patatas y arroz, entre otros); el 40 por 100 restante se obtendrá a partir de disacáridos y monosacáridos, incluyendo la lactosa procedente de los lácteos, la fructosa de las frutas y de algunos vegetales. Se permite un aporte muy limitado de sacarosa junto a comidas complejas.
El modo más simple de conocer las cantidades de alimento que nos aportarán los carbohidratos necesarios se basa en la utilización de las denominadas raciones. Una ración de un alimento es el peso del mismo cuyo contenido en hidratos de carbono es de 10 gramos, lo que permite su intercambio. Atendiendo al contenido en carbohidratos, los alimentos pueden clasificarse en tres categorías bien diferenciadas:
1.- Alimentos permitidos libremente.
2.- Alimentos que no deben ingerirse.
3.- Alimentos racionados.
Los alimentos racionados son permitidos en cantidades reguladas. Para calcular, regular y repartir mejor las cantidades a ingerir de tales alimentos, se procede a la división en raciones de 10 gramos de carbohidratos. Inicialmente, estos alimentos deben pesarse.
Con el tiempo, el paciente y su propia familia se acostumbran a efectuar el cálculo sin necesidad de pesarlos. No obstante, este sistema de “raciones” implica asunciones incorrectas.
En efecto, por una parte, se supone que la glucosa se absorbe en el intestino más rápidamente despues de tomar alimentos que contienen sacarosa o glucosa que cuando se ingieren almidones. Este hecho sugiere que todos los alimentos intercambiables son tratados de un modo similar por el organismo durante la digestión, absorción y subsiguiente metabolismo; por otra parte, se asume que la forma física del alimento y el contenido en grasas y proteínas de la dieta es menos importante que el contenido en hidratos de carbono. Pues bien, todo ello es incierto.
Con la intención de obviar tales limitaciones se introdujo el concepto de índice glucémico que consiste en la respuesta de la glucemia postprandial como medida para evaluar el efecto metabólico a diferentes carbohidratos en pacientes diabéticos para, de este modo, establecer la equivalencia biológica entre alimentos e incorporarlo a la dieta del diabético. Para ello se comparó el potencial glucémico de los hidratos de carbono que contienen ciertos alimentos a una cantidad estándar de pan.
Del estudio del indice glucémico se deduce:
• Cantidades equicalóricas de carbohidratos contenidas en diferentes alimentos, originan incrementos variables de la glucemia y de la insulinemia.
• Los carbohidratos contenidos en las legumbres, tales como judías o lentejas, producen un menor incremento de la glucemia comparado con otros alimentos.
• Existe una correlación aproximada entre la velocidad de la digestión de los alimentos in vitro y el efecto en los niveles de glucemia.
• El grado de refinamiento o el contenido en fibra de un alimento específico tiene una influencia difícil de definir, en lo que al potencial glucémico se refiere.
• Las alteraciones del estado de control metabólico en los pacientes diabéticos pueden influir en la variabilidad del indice glucémico de un alimento.
• El potencial glucémico de un alimento especifico puede estar modificado cuando el alimento es consumido como parte de una comida compleja con una proporción representativa de grasas, proteinas y de hidratos de carbono.
El control domiciliario de las glucemias capilares puede permitir individualizar las diferencias del indice glucémico en las comidas mixtas y emplearlo en la utilización diaria de los alimentos seleccionados. De este modo, la automonitorización glucémica debe ser empleada para individualizar el plan de comidas.
Ciertos alimentos de apetencia especial para los niños como la pasta, contienen carbohidratos complejos que producen pequeños aumentos de la glucemta postprandial (bajo índice glucémico). Por esta razón, puede permitirse incrementar la frecuencia de su utilización.
En la actualidad se recomienda el empleo de alimentos ricos en fibra (legumbres, vegetales y frutas que contengan fibras solubles en agua). Estos presentan un bajo índice glucémico. Además, los estudios practicados a largo plazo han demostrado que presentan un efecto beneficioso en los niveles plasmáticos de hemoglobina glucosilada, lípidos e insulina.
Relación de alimentos permitidos, prohibidos y racionados en la ingesta del niño diabético por la Comisión de Educación Diabetológica de la Sociedad de Endocrinología Pediátrica de la Asociación Española de Pediatría:
1. Alimentos permitidos libremente:
Son todos aquellos que contienen menos del 5% de carbohidratos. Entre ellos, cabe distinguir la mayoría de los vegetales, la carne y el queso. Estos alimentos no hay que restringirlos.
2. Alimentos que no deben ingerirse:
Alimentos que contienen un porcentaje elevado de azúcares:
• Zumo de fruta envasado
• Leche condensada
• Miel
• Mermeladas
• Bebidas azucaradas
• Yogur de frutas comerciales
• Flan común
• Pasteles, tartas, chocola
Frutas que contengan > 20% en azúcares simples:
• Uvas
• Plátanos muy maduros
• Dátiles
• Higos secos
• Zumos de frutas naturales
3. Alimentos racionados:
Las cantidades que se expresan a continuación en las tablas corresponden a una ración.
Si pudieran las tablas tener las letras más grandes, es muy dificil (para mi imposible) leerlas de ese tamaño. mil gracias por compartir
deven hacer un poco mas pacibo